jueves, 16 de febrero de 2012

"Alimento", por Raúl Zorrilla F.

“Alimento” Por Raúl Arturo Zorrilla.

Aquel lugar de cálida iluminación resultaba de primera impresión agradable. El mobiliario de madera y los calentadores ofrecían, de la misma manera que la mano de una dama acepta bailar contigo, la entrada al lugar. Esperando calmar la sensación de frío que nos arroja instintivamente a éste útero, en un movimiento de regresión a la madre, al primer marsupio, desconocido llego aqui. Los comensales se notan aunque ya entrados en calor, nerviosos. La ansiedad provocada por la expectativa ahora, del plato que pueda saciar su “hambre”. Acaso no un sentimiento visceral sino metafísico rodea la materia oscura del lugar, atmosfera invisible cargada de electrones agitados de los que sobreviene cierta angustia perceptible más allá de la conciencia.

Curioso el ser humano es, siempre al alba de algo, de alguien, aunque no sepa lo que al final le será revelado. ¿Este lugar será “aquel” que se anhela al morir?..

Me encontraba de nuevo en aquel sitio, ¿dónde?... de manera extraña tampoco lo recordaba; curiosa figura se mostró ante mí, con la actitud corpórea de alguien que sirve, que recibe órdenes. Decidí darle mi sombrero para acceder al recinto; yo, vagando desde no sé donde, de qué tiempo ni de qué espacio lo observo acercarse, vacío, como todos los que llegan aquí, inesperado, súbito, caminando tal cuál lo hacía seguramente antes de su devenir, acaso, ¿antes de su destino?”.

Buen tiempo, Señor, ha llegado a la hora precisa, ¿gusta entrar?-me invitó haciéndome salir de mis pensamientos regresándome a ellos,elipsis... ¿acaso pudieran definirse así los jugos mentales que se retuercen hasta hilar las imágenes en mis ojos vacios que deambulan sufrientes?-

Gracias ¡no estoy seguro de seguir mi camino con semejantes atenciones, ha de saber usted que me he sentido…mmm…muerto…-

“Ubicado mi ser en el recinto de acuerdo a lo que el instinto me dictó, atendiendo la invitación del camarero, raro tipo, de mirada infinita, vacía y eterna, insospechada, compleja, nutrida de posibilidades eternas y al tiempo, de un pesar sobrevenido de momentos vivos de anhelos fracasados, creía yo, de no poder lograr la paz infinita, algo que sentía yo al tratar de comprender el mundo. Creía que el lugar escogido era el adecuado para la actividad que llevaría a cabo a través de la observación de los demás. Husmear en sus gestos, en sus almas, éste lugar era el adecuado para mi inocente e inocuo voyerismo distópico, observación de lo no real en una escena casi real y cotidiana pero envuelta en sombras cual sueños recurrentes intensos, revolviendo mi razón. Sin embargo parecía al final de mi decisión, que el observado y en desventaja era justamente yo”.

¿Me podríais traer el menú? -repliqué inseguro al hombre-camarero.-aún no sé exactamente que le ordenaré, pero el menú y un whiskey irán decidiendo por mí-


- Desde luego, Señor, permítame sugerirle el único plato por el que este lugar es famoso.

- ¿Por qué lo es?- respondió la pantomima de sujeto apoltronada en su destino incierto-

- Por colmar la almas y los sentidos de la gente al punto de no querer más de la vida -dijo el mesero, al tiempo que sus ojos adquirían un extraño brillo misterioso- pero es un poco tardado en prepararse, incierto el tiempo de completar la receta es.

- ¿Puede ser esto cierto?-le interrogué.

- Sólo si logra terminar el plato que se le sirva, sólo si logra esperar con cordura el tiempo incierto de su preparación, Señor, es que el plato cumplirá su cometido y saciará su curiosidad- respondió en un tono muy bajo, casi inaudible, teniéndose que apoyar en la lectura de sus labios para lograr comprender el mensaje de sus palabras.

- ¿Cómo cree que yo logre la “Iluminación” con semejante bandeja? Debe entender que la búsqueda de mis anhelos dependen de ser logrados de otra forma, más concreta, jamás tengo suerte con las esperas largas, aunque también sé que la buena suerte se deviene en un momento, incierto sí, pero que al final todo lo convierte en una fluida suavidad volcada desde el caos como la del atardecer que inevitablemente se convierte en la noche estrellada- dije- y no comiendo de un plato servido quién sabe cuándo, ajeno a mi gusto, además.

- Sólo sé lo que nuestros platos provocan en la gente -respondió él mesero, conmiserándose de mi actitud- algunos lo llaman "iluminación", no es mi competencia develar el destino final después de ser servido, pero lo sé y puede ir más allá de sus expectativas, Señor-terminó diciendo.

- ¡En fin, traiga ese plato¡- el mesero se levantó de súbito por encima de las cabezas de los demás comensales anhelantes -¡ tráigalo¡ y permítame mostrarle lo pobre que es su ofrecimiento-le grité haciéndome escuchar por todo el lugar.

Al poner frente a mí aquel manjar el camarero con aquella mirada de Caronte, comenzó el reto de mi alma insatisfecha y al servirse el plato delante, algo empezó a cambiar al ver estrellas y ráfagas de luz cósmica en mi vianda, salsas de elementos vívidos, células dispuestas a ser recicladas por la vida a través de la ingesta de un alma derivada de lo ordinario terrenal, diría, a la deriva ahora de un proceso infinito.

Sospechaba, una sopa celestial, no una sopa casera menor, sino la sopa del universo, el caldo de cultivo de la vida y del cosmos girando en mi plato psicodélicamente en sus figuras fractales. Los nutrientes de los que se compone la vida ante mí, en un pequeño espacio, listos para ser devorados por mí, entidad fugaz sin plena conciencia del lugar donde estaba, sólo con un vago recuerdo de mí y lo que era o fui. La química de la vida y la muerte, la ley del vacío sideral, relativismo-cuántico copulando, retorciéndose en espirales humeantes, la sopa celeste más maravillosa y potente que es más allá y de lo que somos en nuestra animación diaria, ignorada deliberadamente bajo las leyes de universo, jajaja, una sopa de galaxias ante mí. Esta alma mía que vagó por tanto tiempo al haber encontrado un sitio de remanso entre la confusión de la otredad, quién sabe por cuánto tiempo más, cumplió su función en este mundo más allá de todo, abrevando de un simple plato de sopa, de nutrientes universales al alcance de mi alma, disolviendo la muerte y devolviendo en la muerte eterna la calidez a mi mente que vagaba por el éter cósmico vislumbrando un nuevo nacimiento de las partículas de mi ser”.

Y Comí… comí y comí…

FIN.

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